Combatir la brecha de género: trabajo de todas y todos

El pasado 25 de octubre del presente año, se publicó el Informe Global de Brecha de Género 2016 del Foro Económico Mundial, el cual arroja datos sobre paridad de género en México que no deben pasarse por alto. México se encuentra en el lugar 66 de 144 países; destacando la brecha de género en política, oportunidades económicas y liderazgo. Mayores niveles de participación de las mujeres en la vida pública, económica y en el gobierno están asociados con una mejor gobernanza y con niveles de corrupción más bajos.
Estudios llevados a cabo por el Banco Mundial han llegado a la conclusión de que países con menores brechas entre hombres y mujeres en áreas como la educación, el empleo y la participación en el gobierno tienen negocios más sanos, gobiernos más honestos y un crecimiento económico más rápido. A su vez, el crecimiento económico ayuda a reducir aún más la brecha de género, creando un círculo de retroalimentación positivo. Por ello, combatir la brecha de género está en el interés y la responsabilidad de todos como ciudadanos
Las relaciones de poder entre hombres y mujeres resultan en mayor vulnerabilidad por parte de ellas al impacto de la corrupción. El abuso de poder, el acoso sexual y la discriminación social, política e institucional que las mujeres enfrentan en la vida cotidiana son sólo algunos de los ejemplos. La corrupción también entorpece su capacidad para realizar negocios. En México 1.4 millones de mujeres padecen de acoso sexual en el trabajo, lo que representa el 10% de la Población Económicamente Activa (PEA). Estudios llevados a cabo por Transparencia Internacional indican que el acoso sexual afecta más a las mujeres y revelan que la corrupción, el clientelismo y la ineficacia gubernamental tienen un impacto en representación política de las mujeres.
En México menos del 6% de los miembros de los consejos directivos de empresas son mujeres y sólo el 18% de los puestos directivos en el sector privado son ocupados por las mismas. En contraste, estudios del Council of the Americas y el Banco Mundialindican que contar con mujeres como miembros de consejos de empresas puede contribuir a reducir la quiebra de éstas en 20%. En empresas dirigidas por hombres, los pagos de sobornos son del 11%, la cifra se reduce a la mitad cuando son dirigidas por mujeres. Ambos estudios sostienen el argumento de que las mujeres son menos proclives que los hombres al pago de sobornos. La inclusión de las mujeres en la fuerza laboral resulta fundamental ya que en materia de reducción de pobreza, el ingreso de las mujeres ha resultado doblemente efectivo en comparación con el de los hombres.
Si analizamos la representación y el liderazgo político de las mujeres de acuerdo al informe del Foro Económico Mundial, México ocupa el lugar 34 de 144. En este ranking, el país ha mitigado la brecha en el Congreso, el cual cuenta con 42% de representación femenina. El porcentaje cae a 18% cuando analizamos la presencia de mujeres en el gabinete de gobierno. Destaca que en los últimos 50 años, menos de dos quintos de los 144 países han contado con una mujer como Jefe de Gobierno. Países como Bangladesh, India, Argentina e incluso Nicaragua están mucho más adelantados que México. Los intereses de mujeres y niños difícilmente se verán atendidos por sistemas políticos dominados por hombres.
Las causas de la brecha de género son varias. En el ámbito laboral, las mujeres no son promovidas en la misma proporción que los hombres. La percepción es que ellos tienen mayores capacidades que ellas, lo que refuerza las diferencias salariales; en México es de $11,277.17 dólares (PPP), mientras que para un hombre es de $23,414.79 dólares (PPP), mientras que se espera que las mujeres trabajen con mayor vigor para ser reconocidas. Dos de cada tres mujeres en México desempeñan un trabajo no remunerado, frente a uno de cada cuatro hombres.
En el ámbito político la percepción de corrupción en nuestro país es enorme, y por ello las mujeres enfrentan situaciones de machismo y abuso de poder que aún les impiden romper el techo de cristal.
Factores como estos, si bien no son los únicos, provocan efectos en la confianza en sí mismas, en la vulnerabilidad y la ambición de las mujeres. Reportes tanto de Mckinsey & Company como de la Universidad de Harvard han revelado que conforme las mujeres se desarrollan en el mundo laboral, las experiencias que van adquiriendo las llevan a percibir que las oportunidades de desarrollo y crecimiento son menores para ellas que para los hombres, y que el camino que tendrán que recorrer para alcanzar puestos directivos resulta más empinado y con mayores obstáculos, lo cual provoca frustración. Una serie de variables externas provoca efectos internos y alimenta un ciclo negativo.
Reducir la brecha de género y empoderar a las mujeres tiene también un efecto positivo en el combate a la corrupción. La responsabilidad se encuentra en todos como ciudadanos, hombres y mujeres por igual. Reside en mujeres destacables que se encuentran en posiciones de liderazgo, las cuales pueden servir de ejemplo e imán frente a jóvenes profesionales.
Debemos promover que las empresas e instituciones elaboren planes de desarrollo claros que den certeza de crecimiento a todos sus empleados por igual y eviten situaciones de abuso de poder.
Empresas en países desarrollados han impuesto cuotas de género para sus consejos directivos, si bien éstas no están libres de controversia, podrían funcionar como medidas transitorias. En un país todavía machista y conservador, las políticas públicas y los programas deben de incluir a las mujeres y a los hombres, se trata de jalar juntos hacia un mismo lado.
El Banco Interamericano de Desarrollo ha fomentado la construcción de programas de aprendices en diferentes países, incluso en México, los cuales promueven la contratación de jóvenes para su formación. Estos programas se están ocupando en promover la participación femenina y empoderarla. Son el tipo de programas que deben replicarse.
Las cuotas de género, han contribuido a una mayor representación de las mujeres. Los representantes de un gobierno democrático deben ser representativos de la composición de la población, y en México el 50.3% son mujeres. El servicio público debe dejar de estar sujeto a prácticas corruptas, y empezarse a valer por la capacidad intelectual, preparación académica y profesional y el compromiso con la ética y la honestidad de quienes lo componen.
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